DMAE Húmeda

La DMAE húmeda puede dañar de forma rápida la mácula, lo que conlleva la pérdida de la visión central. Aunque la forma húmeda es sólo responsable del 10-15 % de los casos de DMAE, el riesgo de grave pérdida de visión es mucho mayor y supone en torno al 90% de los casos de ceguera asociada a la DMAE. La causa de esta forma de DMAE es el crecimiento anómalo de vasos sanguíneos nuevos bajo la mácula, lo que se denomina Neovascularización coroidea. Dichos vasos anómalos filtran fluidos y sangre al tejido de la parte posterior del ojo, causando la aparición de una ampolla en la retina. El tejido cicatricial causa primero la distorsión de la visión y puede implicar más tarde la pérdida de la visión central. En resumen, la DMAE Húmeda puede dañar rápidamente la mácula y causar la pérdida de la visión central. Basándose en el patrón del derrame de los vasos sanguíneos, el oftalmólogo puede clasificar la DMAE húmeda como “clásica” u “oculta”. En la Neovascularización coroidea clásica, los vasos sanguíneos implicados pueden verse a simple vista; sin embargo, en la forma “oculta” es imposible distinguir los vasos que producen la filtración. Los pacientes suelen presentar una combinación de ambas formas, la clásica y la oculta, según zonas de la mácula. Los síntomas de pérdida de visión que se experimentan con la DMAE húmeda y la disponibilidad de opciones terapéuticas dependen del tipo de DMAE, pero también de la ubicación de las filtraciones. En el caso de la DMAE húmeda, se distinguen tres situaciones en función de la distancia entre la Neovascularización y el centro de la mácula, la fóvea; estas tres situaciones son: subfoveal, yuxtafoveal y extrafoveal. La Neovascularización subfoveal es la que se produce justo bajo la fóvea; la yuxtafoveal y la extrafoveal se producen en zonas progresivamente más alejadas de la fóvea, pero dentro de la mácula.