Acudí a su consulta por problemas de libido y me tomó a cachondeo desde el primer minuto. La actitud era claramente la de querer quitarme de en medio, además de una gran soberbia y prepotencia. Frases como "aquí el especialista soy yo" o "en internet no tienen ni p*ta idea" fueron el tono general de su discurso. Por otro lado, se limitó a poner la clásica excusa de "es psicológico" sin ni siquiera hacerme ningún análisis o exploración. Para coronarse se puso a inventarse que mi problema es "de foco", eso sí, reconociendo que "no sabe mucho de psicoanálisis". Uno va a un urólogo a que le estudie las causas somáticas de su problema y acaba discutiendo de psicoanálisis y de tonterías. Me pareció penoso. Aún recuerdo mi camino de vuelta hacia la estación del metro enfadado y arrepentido de haberme molestado en ir allí a perder el tiempo.